Ellen von Unwerth fue una modelo alemana allá por los años 70 y 80. Nerviosa y jovial como es ella, en las sesiones siempre quería moverse y jugar, hacer cosas divertidas, pero los fotógrafos siempre le pedían que se estuviera quieta y le decían lo que tenía que hacer. Su novio, que por aquel entonces era fotógrafo, le regaló una cámara, y aunque no tenía ni idea de la técnica que muchos utilizamos para que nuestras fotos sean mejores (y a la vez más pobres), resultó tener un talento especial para la fotografía, con todo su espíritu juvenil y juguetón volcado en sus fotos. En las sesiones con fotógrafos prontó empezó a decir “ese foco deberías ponerlo allí, quedaría mejor” y claro está, dejaron de llamarla.
Enseguida empezaron a salir sus fotos en revistas de moda como Vogue, y fue la revista Elle la que le pidió un reportaje de Claudia Shiffer cuando nadie la conocía; sus fotos la mandaron directa al estrellato. No soy muy amiga de la moda, pero desde luego me encanta que cuenten con alguien tan espontáneo como Elle. No son fotos preparadas hasta el último detalle, son divertidas, son alegres, son sensuales, dan ganas de estar con esas chicas y correrse una juerga, porque son reales, transmiten la situación y dan ganas de estar allí.
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